Llegaste a este mundo sin instrucciones incluidas y a lo largo de tu vida vas a experimentar múltiples cambios y desafíos, giros, vueltas y eventos con diversos desenlaces.  Algunos te dejarán pequeñas marcas, pero otros sucesos de alto impacto podrían dejarte profundas cicatrices.

Cada persona maneja estos cambios y circunstancias de forma distinta.  Hay quienes se quiebran y permanecen, de algún modo, rotos durante mucho tiempo.  Sin embargo, hay otro grupo de personas que logran adaptarse a estas situaciones atípicas, estresantes, incómodas, inciertas que definitivamente cambian la vida.  Es como si tuvieran un chip que las dotara de una capacidad de recuperación superior.

Resiliencia qué es

Es la capacidad de adaptarse de forma efectiva ante la adversidad, el trauma, la tragedia, las amenazas o las fuentes importantes de estrés.  Estas últimas pueden ser situaciones retadoras graves o problemas cotidianos continuos y agobiantes como los familiares, los de alguna relación, de salud, financieros o laborales.

Implica tanto recuperarse de estas experiencias complejas como el pasar un proceso de crecimiento personal mientras lo haces.

Aun dentro de circunstancias muy dolorosas y difíciles, hay aspectos de tu vida que puedes impactar, controlar y modificar y al hacerlo, entras en zona de expansión y crecimiento.

La resiliencia te ayuda a volverte cada vez más resistente al punto que, además de superar la adversidad, eres capaz de mejorar tu vida con cada revés.  Su falta, por el contrario, te deja atrapado o estancado en un punto de tu vida, en una emoción  o sentimiento, con poca capacidad para crecer o avanzar y si acaso lo haces, suele darse bajo mayores cuotas de estrés y dolor.

Puede desarrollarse

Psicólogos y especialistas sostienen que todos tenemos resiliencia. Es como un músculo, en algunas personas está tonificado y desarrollado y en otras no.

resiliencia significado resiliencia qué es

Ser resiliente no significa que no sientes la intensidad del evento o problema o que, como cualquier ser humano, te puedas sentir sobrecogido, asustado o irritado.  Ser resiliente significa que has desarrollado tu capacidad para lidiar con los efectos adversos de forma más rápida que otros.

Toda persona puede aprender a aumentar su resiliencia y lo puede hacer a cualquier edad, sin importar su educación, origen o relaciones familiares.

Si quieres aumentar la tuya, nuestra primera sugerencia es que aprendas más sobre este tópico, además de este artículo haz otras búsquedas en internet que te permitan tener gran claridad sobre lo que implica.

Lo segundo es que ejerzas tu voluntad independiente, es decir declara esto como un acto intencional y comienza a practicar acciones pequeñas que, a mediano y largo plazo, te brinden grandes resultados.  Desarrollar resiliencia requiere tiempo e intencionalidad

Toma en cuenta que no consiste solo en recuperarte sino el poder hacerlo de forma más efectiva y el conseguir crecer, es decir que ya no serás la misma persona que eras antes de ese o esos eventos sino alguien mejor equipado para otros desafíos.

Para nosotros como buenos aprendices del Dr. Stephen Covey entendemos que ser resiliente requiere altas dosis de proactividad.

Qué no es resiliencia

A veces pensamos que si una persona atraviesa por muchas dificultades y las supera califica como alguien resiliente.   El solo hecho de superar adversidades no te convierte en alguien resiliente.

A lo mejor superaste los problemas, pero te quejaste todo el camino y continúas incluso quejándote luego que los pasas, o te ahogaste tanto entre la angustia emocional, el estrés y el dolor que lastimaste a todos los que trataban de apoyarte; saliste del atolladero, pero no llevas ninguna lección aprendida o tal vez la experiencia te dejó, a fin de cuentas, siendo el mismo o hasta una versión menos agradable de ti.

Es realmente quién escoges ser ante esa adversidad, tu flujo de pensamientos, tus conductas, tu enfoque, tu capacidad de aprender de la experiencia y de mejorar con ella lo que determina tu resiliencia.

Cómo ser más resiliente.

La definición de este término te dice que es tu capacidad de adaptación ante adversidades de gran dimensión o alto impacto o ante situaciones retadoras y agobiantes que vives en el día a día.

Empieza entonces por fortalecer tu músculo resiliente durante esas vivencias cotidianas que suelen drenarte, incomodarte o afectarte.  Proponte de forma deliberada hacer una pausa y responder de formas diferentes a esas situaciones que regularmente sientes que te roban la calma, elevan tus niveles de estrés y cortisol o te llenan de angustia.

Ten paciencia, recuerda que desarrollar o fortalecer tu resiliencia requiere tiempo, esfuerzo, intencionalidad y enfoque. Aquí no van a funcionar los remedios rápidos o porque leas este u otros artículos ya vas a volverte muy resiliente.

Es un proceso personal en el que debes tomar la decisión de enrolarte para convertirte en una persona más sabia, capaz de aprovechar lo mejor de cada experiencia y de encontrar los regalos ocultos detrás de los problemas.

No hay tiempo específico para tonificar tu capacidad de ser resiliente.  A algunos tal vez les lleve meses aprender y dominar el ser resilientes. Evita frustarte por esto.  Lo esencial es que puedes mejorar con paciencia y entrenamiento.

Hay 4 áreas vitales a tener en cuenta, al momento de incrementar tu resiliencia:

  1. tu capacidad de conexión
  2. cultivar una mentalidad positiva y optimista
  3. tener un propósito de vida
  4. elevar tu bienestar y espiritualidad.

Dentro de cada una de estas áreas, te dejamos sugerencias (resaltadas en negrita) para que puedas ir incrementando tu nivel.

Tu capacidad de conexión con otros te ayuda

Muchas situaciones estresantes y difíciles te pueden agarrar en un momento en el que estás solo o te sientes solo.  El estrés además, puede conducir al aislamiento.   Las conexiones con otras personas, especialmente aquellas que infunden en ti confianza, alegría por la vida, ánimo o que te aligeran la carga solo con su sonrisa o comentarios pueden ser de gran ayuda.

Existen personas que disponen de recursos propios, herramientas personales y estrategias que les alcanzan para desarrollar su resiliencia. Pero hay quienes pueden quedarse atrapados con serias dificultades.

Ser resiliente no excluye a la interdependencia.  Interactuar con otros, que puedan representar para ti un apoyo en un momento de crisis, no es un acto de debilidad o cobardía; por el contrario, muchas veces pedir ayuda es un acto de valentía, de humildad.  Es aceptar que eres vulnerable, que sientes que en determinado momento no puedes solo, sin embargo quieres salir adelante y aceptas que otros poseen cualidades, recursos o herramientas que te pueden ayudar.

Considera unirte a un grupo.  Por eso existen grupos de ayuda para superar temas complejos como adicciones, pérdidas, etc.  El sentirte en comunidad puede brindarte un apoyo colectivo que te permite recuperar la esperanza.  Ahora esos grupos pueden ser virtuales.

Cultiva una mentalidad positiva y optimista

La resiliencia es incompatible con una mentalidad pesimista.  Lleva mayor oportunidad de superar una situación y crecer con ello quien puede enfocar y tranquilizar su mente y encontrar el regalo detrás de la crisis, a pesar del caos o la histeria que pueda existir a su alrededor.

Aprende a ser proactivo. Este es el hábito 1 del best seller Los 7 hábitos de las personas altamente efectivas del Dr. Stephen Covey.   Las personas proactivas reconocen que tienen la libertad de elegir su actitud y su respuesta ante cualquier situación, que no hay solo una alternativa posible, sino que hay diversas opciones y que cada una viene con una consecuencia diferente.  También asumen la responsabilidad por esas consecuencias.

Resiliente significado

Una persona proactiva acepta sus emociones durante los momentos difíciles, desarrolla su inteligencia emocional, aprovecha sus dones humanos como la a imaginación, para visualizar los resultados que quiere lograr más allá del problema que vive.  No se ve como víctima de las circunstancias, reconoce en los desafíos oportunidades para crecer.  Hay personas que luego de una tragedia, han reportado mejores relaciones y una mayor sensación de fortaleza.

Alguien proactivo practica el  autodescubrimiento y la autoconciencia.  Se pregunta: «¿Qué puedo hacer ante esta situación en mi vida?»  y se enfoca en aquello que pueda impactar (su círculo de influencia).  Si los problemas lucen demasiado complejos los divide en partes manejables. ¿Cómo se come un elefante? bocado a bocado.

Diseña una visión positiva de ti mismo.  Desarrollar una sólida autoimagen y tener confianza en tus fortalezas y habilidades te ayuda a sentirte más apto para transitar los caminos más escarpados de la vida.

Si te ves como débil o incapaz y a la vez no eres capaz de pedir ayuda de manera oportuna, puedes quedar paralizado ante los problemas y dejar que todo se complique demasiado antes de ver la luz al final de túnel.

Practica el optimismo. Entrena tu mente para ser optimista. Ver la oportunidad en lugar de un callejón sin salida, no es algo que se le da de forma natural a todos, es una elección consciente que conlleva atención, mayor conciencia y practica.

Cuando te percates de algún pensamiento negativo que cruza por tu mente, no lo confrontes o niegues.  Aplica la técnica que recomendaba el Dr Wayne Dyer, dale la vuelta, es decir imagina justo la situación opuesta.  Por ejemplo, piensas qué pasaría si pierdes tu empleo; visualiza entonces cuál sería tu empleo ideal y cómo te sentirías tú en ese lugar, disfrutando de nuevas oportunidades.

Estira tu flexibilidad. Si obtienes un resultado contrario al que esperabas, dirige tu mente hacia las ganancias conseguidas, aunque sean diferentes a tus expectativas.  Esto te ayuda a ganar flexibilidad mental y mantener una mejor actitud.

No ganaste la licitación por la que competías, pero aprendiste el proceso y te volviste un maestro en ello por lo que ahora podrás licitar con mayor frecuencia.  Quedaste en quinto lugar en la competencia, pero tienes más claras tus áreas de oportunidad de mejora.

Felicítate por tu esfuerzo, por el camino avanzado, por los logros conseguidos y por haber actuado para mejorar tu capacidad.  Con el tiempo, te irás fortaleciendo y podrás hacer más, lograr más y aumentarás de forma natural tu capacidad de recuperación y tu salud mental en general.

Cultiva la gratitud. Cuando estás agradecido y practicas la gratitud de forma intencional puedes llegar a volverte más resiliente.  Una persona agradecida es optimista y además tiene una mente flexible.  Quien agradece, aunque parezca tener pocos motivos para hacerlo, o está confrontando algo difícil en su vida es capaz de reconocer el regalo detrás de cada experiencia.

Reescribe tu historia. Los psiquiatras y psicólogos llaman a esto replanteamiento.  Se refiere a la capacidad de centrarte en las oportunidades que descubras dentro de tu historia.

Por ejemplo, alguien sobrevivió una catástrofe natural y quedó con severas lesiones físicas y psicológicas. En lugar de quedarse inmerso en los aspectos negativos de esa experiencia, esa persona se centra en otros sentidos, rasgos, habilidades y recursos que ganó dentro de esa situación.

Tal vez ahora tiene mayor empatía, es más compasivo, o aumentó considerablemente su ingenio y capacidad para resolver problemas, descubrió nuevos amigos, se replanteó las prioridades de su vida.  Incluso, puede ser que decida compartir sus aprendizajes con otros otros y dar conferencias que ayuden a personas que han atravesado episodios similares.

Recuerda otras victorias. En un momento de grandes desafíos el fracaso y la negatividad parecen inevitables. Es vital que puedas reconectar y recordar tus éxitos pasados, obstáculos que has superado, triunfos que te han marcado. Esto sirve como recordatorio de que tienes lo necesario para volver a renacer desde la adversidad. Puedes hacerlo de nuevo.

Ten un propósito de vida, un norte personal

Encuentra tu propósito.  Todos tienen un por qué o un para qué en su vida.  Es importante que detectes el tuyo y te conectes con él.

En múltiples casos las personas afirman que una de sus fuentes de fuerza y determinación ante los problemas complejos o retos, es el reconectar son su propósito.  Esa razón por la que se levantan con ánimo cada día, ese motivo que los energiza y mueve.  Esto te provee gasolina cuando sientes que tus fuerzas están agotadas, si los eventos son muy difíciles.

Ayuda a otros.  una actividad que puede dotarte de renovadas energías es ayudar a otros. Ya sea a través de un voluntariado o simplemente apoyando a un familiar, amigo o conocido en su propio momento de necesidad.  Esto fomenta tu autoestima, te recuerda que tienes recursos a tu favor,  eleva tu compasión hacia otros y hacia ti y te permite generar conexiones.  La otra buena noticia es que te empodera para crecer en resiliencia.

Avanza hacia tus objetivos.  Desarrolla tus metas Smart  y haz algo regularmente, para avanzar hacia su consecución. Cada semana pregúntate:  «¿Qué puedo hacer esta semana que me ayude a avanzar en la dirección de mis metas?».

Eleva tu bienestar y espiritualidad

Practica la atención plena o mindfulness. El orar, practicar yoga, escuchar a tu cuerpo, respirar y conectarte con tu aquí y ahora,  también pueden ayudarte a construir conexiones y restaurar la esperanza.  Te pueden preparar para enfrentar situaciones que requieren resistencia.  Se consideran, de hecho, recursos de afrontamiento.

Ya sea que escribas un diario, medites, pracitques yoga, afirmes o reces, reflexiona sobre aspectos positivos de tu vida y recuerda las cosas por las que estás agradecido, incluso durante las pruebas personales. Incluye también la lectura, la música, armar rompecabezas, la pintura o la escritura terapeútica.

Cuida tu cuerpo.  El cuidado personal es una práctica legítima y básica para la salud mental y el desarrollo de la resiliencia. Tu cuerpo es tu templo, es el hogar de tu espíritu.  El cuidado cariñoso del mismo implica que te aprecias, te quieres y te valoras, implica una autoestima saludable.

Recuerda que el estrés es tan físico como emocional. Al promover un estilo de vida positivos y saludable, como una nutrición adecuada, un descanso justo y apropiado, buena hidratación y ejercicio regular puedes fortalecer tu cuerpo.  Así este aumenta su capacidad para adaptarse al estrés y reducir la carga que causan emociones como la ansiedad o la depresión.

Evita las actividades de escape. Resulta tentador enmascarar el dolor con alcohol, drogas u otras sustancias.  En el momento parece ayudar y surtir efecto, pero es como poner una curita sobre una herida profunda.

Enfócate en darle recursos a tu cuerpo para controlar el estrés, en lugar de buscar formas nocivas de eliminar por completo la sensación de estrés.

Considere el revés como algo temporal. Nada dura para siempre, todo pasa.

Mejora tu espiritualidad.  En diversas poblaciones estudiadas, la religión y la espiritualidad han funcionado como predictores de la resiliencia. La oración, la autorreflexión, la comunicación con un poder superior sirve como un bálsamo curativo para muchos que, de lo contrario, podrían recurrir a comportamientos negativos de afrontamiento, como beber y usar drogas.

Considere el revés como algo temporal. Nada dura para siempre, todo pasa.  Ningún evento que altera la vida, causa traumas como la adversidad y el dolor son eternos.

Se hace menos pesado navegar a través de este tiempo turbulento y emocionalmente difícil si miras bajo el paradigma de que esto es temporal y que las cosas mejorarán con tu participación activa en tu proceso de curación.

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Publicista y mercadóloga de profesión, Facilitadora y Consultora por vocación, bloguera de corazón, esposa y madre por elección consciente y feliz, enamorada de la vida.

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