5 Profundas Heridas del Alma que te conviene conocer

Esta entrada trata sobre las 5 heridas del alma que impiden ser uno mismo. Desde mi perspectiva, este es un maravilloso libro escrito por Lise Bourbeau.

Las 5 heridas del alma son:  rechazo, abandono, humillación, traición e injusticia.  Cada una de ellas tiene una máscara que, según la autora, es el mecanismo que utilizas para protegerte y ocultar esa herida que no has podido resolver. 

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El origen de las 5 heridas del alma

A través de su inicial experiencia profesional como gerente de ventas en Canadá, Lise Bourbeau se percató de que pocas personas con las que compartía en su trabajo se sentían felices y realizadas con sus vidas. 

Esto se convirtió para ella en un buen punto de partida para investigar y entender cómo podía ayudar a tanta gente con la que se relacionaba. 



Participó de un buen número de entrenamientos para entender cómo escuchar a nuestro cuerpo. Posteriormente creó sus propios talleres al mismo tiempo que investigaba al respecto. 

Toda esta curiosidad e investigacion la llevó a convertirse en una experta en decodificar la conexión y alineación de la mente, el cuerpo y las emociones con diversas enfermedades.

Gracias a esto fundó una escuela de bienestar llamada Escucha a tu cuerpo y escribió diversos libros relacionados con estos tópicos.

Su propósito de vida se transformó en ayudar a las personas a aceptarse y amarse de una manera profunda. 

Aunque las 5 heridas del alma no tienen pruebas científicas que las avalen, sus bases sí involucran una acuciosa y comprometida investigación de parte de la autora, sobre patrones mentales, emocionales y de conducta.

La premisa de Lise es que todos al nacer vienen con la misión de vivir experiencias repetitivas hasta que puedan aceptarlas y amarse a través de ellas.

El que tengas juicios, culpabilidad, temor, crítica o quejas sobre lo que haces o eres, es muestra de que no te aceptas. Esto hace que te vuelvas un poderoso imán que atrae personas y circunstancias que te harán revivir experiencias que magnifican la(s) herida(s) que traes.

Cuáles son las heridas del alma

Cada una de estas heridas tiene lo que su autora denomina “máscaras”. La máscara es la forma en la que procuras ocultar tu herida detrás de otra serie de patrones de comportamientos.



Rechazo

Esta herida se manifiesta desde que eres muy pequeño. Si la tienes te sientes rechazado en tu interior.

Se puede originar por un embarazo no deseado o inesperado o porque se anhelaba un hijo de otro sexo.

La máscara para esta herida es ser “huidizo”, es decir que procuras pasar desapercibido, te infravaloras o te anulas.  La primera reacción al ser rechazado es huir.  Requieres hacer las cosas muy bien para obtener reconocimiento. 

Lenguaje comúnmente utilizado por quien sufre esta herida: “los demás son más interesantes que yo; poco importa lo que haga; haz lo que quieras, a mí no me afecta para nada; no lo culpo por haberme dejado; nadie me valora o valora mi esfuerzo.”

Cuanto más profunda sea tu herida de rechazo, más atraerás circunstancias para ser rechazada(o) o rechazar a los demás. 

La reconoces en alguien que se considera nulo, bueno para nada, incapaz de marcar la diferencia en la vida de otros o porque huye de forma constante de las situaciones. 

Abandono

Si sientes que no eres querido, o experimentas una profunda falta de comunicación con tu progenitor es posible que tengas la herida del abandono.

Esta es una herida que se vive o desarrolla con el progenitor del sexo opuesto.  La origina hasta un abandono temporal que cuando eras niño, interpretaste como permanente.  Por ejemplo:  te dejaron “abandonado” en la escuela o en tu claset de música o baile. De igual forma, un papá que trabaja demasiado deja abandonado a sus hijos en casa o con otros.

A nivel corporal se manifiesta por falta de tono muscular.  La máscara es la dependencia. 

Al sufrir abandono, tienes miedo a la soledad, haces lo posible por llamar la atención y ser amado.  Debido a ello, toleras o aguantas estoicamente situaciones difíciles en vez de ponerle fin.  Tiendes a convertirte en víctima. Necesitas la atención y presencia de otros.

Lenguaje comúnmente utilizado por quien sufre esta herida:  ausente, solo, miedo a la palabra dejar.



Un síntoma de que sufres de abandono, es que te incomoda demasiado no ser invitada(o) a reuniones, aunque no pretendas ir, porque esto refuerza la idea de que eres poco importante o amado. 

Es una herida que puedes reconocer si tiendes a abandonar proyectos en los que tenías mucho interés; o si no te ocupas mucho de ti misma(o), te abandonas, prestas poca atención a tus necesidades. 

Otras características es que te apegas demasiado a los otros, hasta el punto que los ahogas y los asustas y propicias con ello el que te abandonen.  Es posible también que crees muchas enfermedades para llamar la atención.

Humillación

Esta herida tiene que ver con herir el amor propio de alguien, disminuirlo y  se manifiesta entre el primer y tercer año de edad cuando estás aprendiendo a valerte por ti misma(o), ir al baño sola(o), por ejemplo, y comprender lo que te dicen los adultos. 

Si un alma llega al mundo para sanar esta herida elige progenitores que le humillarán. Sinónimos de la humillación son la verguenza, la sumisión y la mortificación.

Suele despertar si percibes o interpretas que tus padres sienten vergüenza por algo que dices o haces o si te controlan demasiado.  Desde pequeños se puede percibir el desagrado y sentir por ello vergüenza o humillación.  

La máscara para esta herida, es la de “masoquista”, es decir, una persona que encuentra satisfacción y hasta placer sufriendo.  Aun de forma inconsciente buscas el dolor y la humillación en muchas interacciones.  El masoquista suele ubicarse en situaciones en las que se ocupa tanto de otros que se olvida hasta de sí mismo.  Es la máscara más difícil de detectar.

Lenguaje comúnmente utilizado por quien sufre esta herida: “ser digno o indigno o merecer o no”; usa muchos diminutivos “tienes un minutito para mí”, “tengo una pequeña idea o solución”.  Sin embargo, si vas a comentar alguna falla personal la magnificas “qué gran torpe soy”, “qué trastada más grande he hecho” cuando a la luz de otros son errores insignificantes.

Traición

Surge entre los 2 y 4 años de edad cuando se desarrolla la energía sexual y sufres el complejo de Edipo, o enamoramiento de tu progenitor del sexo opuesto (o persona que juega este papel), con quien se produce esta herida.

Muchos crecen y no superan ese “enamoramiento” y buscan la aprobación de ese padre o esa madre de forma permanente.  Entre más te ignoren, más devaluado o traicionado te sientes.  Tiendes a comparar a tus parejas con tus padres y a generar numerosas expectativas en ellos para compensar lo que no recibiste del progenitor.

Puede darse cuando nace otro hijo y se vuelca la atención de forma abrupta y marcada hacia el nuevo bebé.

La máscara es la del controlador.  Desarrollas esta conducta para ser fiel y responsable a los compromisos o garantizar que los otros también cumplan sus compromisos. 

Como no toleras la traición haces lo posible por ser responsable y fuerte, incluso al emitir juicios u opiniones.  Te impacientas si te entregan algo tarde o en tiempo justo; eres muy puntual y sufres cuando pasa lo contrario.  Te cuesta delegar porque debes confiar en otros y te aterroriza que te mientan.

Lenguaje comúnmente utilizado por quien sufre esta herida:  ¿me entiendes? Para validar que estás de acuerdo con su opinión, más que para saber si comprendiste.

Injusticia

Si sufres esta herida te sientes poco valorado, apreciado o respetado en lo que consideras la justa medida.  Incluso si consideras que recibes más de lo que mereces, lo interpretas como injusticia y te apena.

Esta herida se manifiesta entre los 3 y 5 años al desarrollar la individualidad.  Puede provocarse con padres muy autoritarios, severos que critican frecuentemente.

La máscara es la rigidez.  Si eres rígida(o) sueles ser muy sensible pero aprendes a no mostrar eso a los demás.  Por ello pareces frío e insensible. 

Procuras la justicia y la exactitud al máximo, tiendes por ello a ser perfeccionista.  Si sufres de injusticia eres más propenso a sentir envidia de quienes tienen más y bajo tu criterio, no lo merecen.  Sueles tener más temo de engordar, no aceptas el vientre abultado y lo escondes.

Tu percepción es que se te aprecia más por lo que haces que por lo que eres.  Tienes mucho miedo a equivocarte.  No respetas tus límites, te exiges mucho.

Lenguaje comúnmente utilizado por quien sufre esta herida:   no hay problema, no pasa nada; siempre o nunca; muy bueno, muy bien, muy especial; justamente, exactamente, ¿estás de acuerdo?

Cómo sanar las heridas del alma

Puedes sanar tus heridas si las identificas y las aceptas, aunque no estés siquiera de acuerdo en que existen. 


Proceso de sanación de 4 pasos: 

  1. Adquirir conciencia de la(s) máscara(s) que lleva(s);
  2. Si sientes resistencia a admitir tu herida debes aceptarla.  Aceptar una herida es detectarla, observarla en ti y entender que tienes situaciones que resolver y que esto es parte del ser humano.  Ponerte una máscara para no sufrir es un acto de amor. 
  3. Darte el derecho o permiso de haber sufrido de niño debido a alguno de tus padres y perdonarlos por ello. Sentir compasión por ellos, porque es muy posible que ellos hayan sufrido lo mismo y tu acto rompe ese patrón.
  4. Volver a ser tú, sin esa máscara.  Amor total por quien realmente sientes que eres ahora.

“ El amor es la experiencia de ser tú mismo”.

El rechazo está sanando si: ocupas tu lugar, te afirmas, te manifiestas amor.  Si alguien parece olvidar que existes, no te sientes incómodo internamente.

El abandono está sanando si:  te sientes bien contigo al estar solo y cada vez buscas menos llamar la atención.  Menos drama en tu vida y más deseos de emprender proyectos, aunque no te apoyen otros.

La humillación está sanando si:  le das prioridad a tus necesidades antes que a las de otros.  Cargas menos, te sientes más libre.  Dejas de crearte límites.  Haces preguntas y pones en su sitio, de forma impecable y respetuosa, a quien te molesta.

La traición está sanando si:  te alteras menos o nada si cambian repentinamente los planes.  Ya no buscas ser el centro de atención.  Si logras algo especial te sientes bien solo con tu reconocimiento, sin importar si otros lo hacen o no.

La injusticia está sanando si:  te permites ser menos perfeccionista, cometer errores sin montar en cólera o crítica.  Muestras tu sensibilidad, lloras delante de otros sin perder el control y sin temer al qué dirán.

Si tus heridas sanan eres más autónomo, menos dependiente en el plano afectivo, pides ayuda sin esperar que el otro se dé cuenta lo que pasa.


Disfrutaste nuestra entrada, 5 Profundas Heridas del Alma que te conviene conocer.


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